lunes, 3 de octubre de 2011

AC en US

Alrededor de 1.500 personas disfrutaron en el Hollywood Palladium de un espectáculo repleto de poesía, intensidad y emoción. Fueron casi dos horas de rock que rescataron las composiciones más famosas de su época en Los Rodríguez, como Sin documentos, Para no olvidar y Todavía una canción de amor. Calamaro también hizo un repaso de su trayectoria como solista, con temas como El Salmón y Los divinos.

Vestido con una chaqueta de cuero, un pañuelo anudado al cuello y sus inseparables gafas de sol, típico estilo Calamaro, el músico interpretó más de una veintena de canciones.

Uno de los momentos más álgidos del show fue cuando cantó Crímenes perfectos con el español Bunbury, ex integrante de Héroes del Silencio. La guitarra, la armónica a lo Bob Dylan y su piano fueron los instrumentos con que deleitó al público.

Dentro de su repertorio musical, Calamaro entonó Mi gin tonic, Media Verónica, El tercio de los sueños, Estadio Azteca y Te quiero igual, celebrada por el cantante entre tragos de chupitos con la compañía de su pianista, llamado Alfonso "Al" Pacino.

Atento con sus compañeros de la banda MVP5 (El Niño a la batería, Candy Caramelo en el bajo y los guitarristas Diego y Julián K), Calamaro no dudó en reconocer sus méritos y aplaudirles constantemente.

"Una banda sin guitarras es como un hombre heterosexual de más de 30 años sin barriga", afirmó el argentino sobre el escenario ante las risas del público, que volvieron a aparecer cuando hizo referencia a Charlie Sheen, a quien considera su ídolo, y a su compatriota, el futbolista Carlos Tevez.

Para cerrar, cantó su obra maestra: Flaca, que no decepcionó. Al contrario, hirvió la sangre hasta al más templado y provocó que una admiradora perdiera los papeles y subiera al escenario para abrazar a su ídolo hasta tirarlo al suelo.

Poco pudieron hacer los miembros de seguridad para evitar el suceso, recibido con perplejidad de los integrantes de la formación, que no obstante encajaron la situación con una sonrisa. La misma que dibujaba el rostro de Calamaro, quien se sabía ganador.

En el último suspiro, se rodeó de sus compañeros y con otro pase torero, se despidió. Las luces aparecieron en el Palladium y despertaron del sueño a los allí presentes. El mito argentino, a sus 50 años, se había estrenado en el país.

El primer concierto de Calamaro en EEUU supuso el debut de la gira Still Alive & Well, que le llevará a Las Vegas y posteriormente a Nueva York, Miami y Chicago.

Fuente: Agencia EFE.

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