miércoles, 27 de abril de 2011

"EnaMOUrados" del teletexto.

Las películas de la saga de Torrente son de las más taquilleras de la historia del cine español, y `No cambié´, aquella canción interpretada por Tamara, el single más vendido en España en el año 2000. Según la máxima del aficionado de teletexto, `Torrente´ y `No cambié´ es de lo mejor que ha producido la cultura española contemporánea.

Si vendes, eres bueno, y si no, eres malo.
 Más allá de aspectos técnicos,
¿cómo distinguir lo bueno de lo que no lo es?

Seguramente la respuesta no está en las cifras, sino en el legado que otros han dejado antes, guiando un camino marcado por la emoción perdurable que provocaron sus obras.Gracias a gente como (por ejemplo) Fellini, Berlanga, Fernando León, Polanski, Serrat, Sabina, The Beatles o Andrés Calamaro, podemos rápidamente concluir que, pese a acumular muchos números, pese a tener éxito, el cine de Torrente y la música de Tamara no sólo son productos de pésima calidad, sino además de muy mal gusto, por faltarte de una manera tan ordinaria el respeto a tanta gente que con su talento honraron a la profesión a la que se dedicaron, convirtiéndola en arte.

Los apasionados de las cifras, y no del contenido de las cosas, encuentran hoy en día en Mourinho a su entrenador de fútbol ideal. Gana y gana y gana, allá por donde va. Ha entrenado en 4 países, y ha ganado títulos en todos. Y tras este rastro, que sin duda es muy valorable y difícil de igualar, ¿qué queda? Muy poco. Equipos de los que nadie se acuerda (¿a qué jugaba su Chelsea? ¿Y su Inter?), y ni un solo canterano asentado en un 1º equipo a lo largo de su carrera (qué significativo, qué triste).


Mourinho, siempre que llega a un club (superpoderoso hasta ahora), se gasta tropecientos millones de euros en fichajes, crea equipos tan competitivos como cobardes en su propuesta, su fútbol no deja nada brillante en el recuerdo, gana títulos y se va. Y se acabó.

Se acabó al menos para los que pensamos que el fútbol además de un deporte es un espectáculo, en el que volcamos nuestras ilusiones de ver a grandes jugadores haciendo grandes partidos. Al menos para los que asociamos la emoción y el placer de disfrutar viendo a un equipo dominando en el campo con el deseo de que este equipo gane.
Pero no todos pensamos así, y es necesario recalcar esto. Los teletextistas no aprendieron nunca. Ni con el Madrid de Di Stéfano, ni con el Brasil de Pelé, ni con la Holanda de Cruyff, ni con el Madrid de La Quinta del Buitre, ni con el Barça del Dream Team, ni con el Ajax de Van Gaal. Ni siquiera aprendieron con la selección española que ganó la Eurocopa, ni con la que ganó el Mundial. Ni siquiera ahí.

¿Porqué iban a hacerlo con el Barça de Guardiola?

Una vez, este súper equipo demuestra que por supuesto que se puede ganar jugando bien, no es necesario jugar mal para ganar. Por supuesto que nadie tiene la receta para ganar siempre, y que con todos los estilos se ha ganado y se ha perdido. La diferencia es lo que te deja, en la victoria y en la derrota, una forma y otra de entender el fútbol, y de entender la vida. Un modelo de fútbol propone juego, y el otro solamente trata de anular a los que proponen juego, y por tanto debe definirse como un no-modelo.

Aunque la diferencia entre una forma de entender el fútbol y otra es tan descomunal como evidente, no tengo la más mínima duda de que, cuando pasen los años y este equipo tan glorioso que es el Barça de Guardiola esté ocupando un lugar en la historia, los enamorados de las cifras seguirán hablando de que lo que importa es “ganar, y no jugar bonito”, como si ambas cosas no hubiesen sido alcanzadas, y colmadas, por multitud de equipos.

Los amantes del mal fútbol, los defensores de la mezquindad, tienen la extraña cualidad de ser inalterables en su no-aprendizaje ante el placer, tienen inoculado el dogma capitalista de que el fin justifica los medios, y es tan pequeña su grandeza que ni se enteraron en el pasado, ni se enteran en el presente ni se van a enterar en el futuro.

Y cuando dicen que simplemente les gusta otra forma de entender el juego, la propia realidad se encarga de dejarles sin argumentos. ¿Conocéis a alguien que diga “Qué bien jugaba la Grecia campeona de Europa de 2004”, “Me encantaba el juego del Brasil de Dunga” o “Qué equipazo era el Madrid de Capello de 2007”, por poner algunos ejemplos?

Al aficionado del fútbol de teletexto, que exclusivamente se alegra si su equipo tiene un número más alto en su marcador que el rival, no le interesa lo que pasa en el partido. Quien domina, quien llega más que el rival, quien propone el juego, quien destruye. Todo le da lo mismo. Su cinismo está a prueba de todo. Por eso le da lo mismo el Athletic de Caparrós, el Arsenal de Wenger o lo que sea. Si un equipo gana, está bien, si pierde está mal, y si empata queda pendiente de análisis. Su reduccionismo es atroz, y la solidez de sus argumentos es extraordinariamente nula.

Al enamourado del teletexto, cuando lee una novela no quiere rollos de tramas y demás. Lo que quiere es que el detective atrape cuanto antes al ladrón, y así cerrar el libro y dedicarse a otra cosa. Y en relación al fútbol, le pasa lo mismo. Lo que menos le importa es lo que pase durante el partido. Incluso le resulta incómodo tener que verlo. Lo que quiere es que acabe cuanto antes.

Si su equipo ha ganado, “todo está bien y así se hacen las cosas”. Y si ha perdido, “todo está mal y los jugadores no le echan huevos”. No tiene convicción en una idea, más allá de lo que le diga el último resultado obtenido por su equipo favorito.

¿No asusta pensar que la evolución del ser humano se reduzca
a rudimentarismos así, entrados ya en el s. XXI?

El teletextismo, en cualquiera de sus formas, necesita de consumidores irreflexivos, de escépticos emocionales, de gente que no encuentra placer en lo que ve, en lo que lee o en lo que escucha. Sólo les interesa el resultado de las cosas, y para ellos el resultado se reduce exclusivamente a las cifras, y nunca al contenido, ni a lo que deja tras de sí esa cosa en el recuerdo.

No les hables de una vela en la mesa, de una sugerente música de fondo, de una luz ténue en el comedor, de los cubiertos bien colocados, de un aperitivo. Ponles el plato en la mesa y a zampar, que es de lo que se trata, de ingerir para seguir sobreviviendo.

Y ahora llega una reválida más. La vida no siempre da revancha, pero al menos el fútbol sí. Se enfrentan en semifinales de la Champions League el teletextismo del Madrid de Mourinho contra el buen fútbol como bandera de Guardiola. Dos estilos contrapuestos.

Por un lado, el Madrid de Mourinho se asume, por insólito que parezca, como un equipo pequeño. Hablan de villarato, de los árbitros, del calendario, de los horarios, de la manía que les tienen los rivales, de las simpatías que esos rivales tienen hacia “los otros”…de lo que sea, con el fin de no hablar de fútbol. La estrategia constante de desviar la atención trata de que se teletextice la realidad. De dar titulares, de poner cifras sobre la mesa, para que no quede al descubierto que el Madrid de 20 internacionales en su plantilla, de más de 400 millones de presupuesto, de más de 100 años de gloriosa historia, juega como si fuera el Racing de Santander, o el Recreativo de Huelva.

Se trata, en este mourinhismo que les atrapa, de que lo menos importante sea el fútbol. Y a 8 puntos del Barça en liga (a muchos más que el Madrid de Pellegrini), y habiéndose comido 5 en el Camp Nou en Liga en un baile memorable, hacen lo que pueden para lograr que la realidad quede tapada a base de evitar que los argumentos futbolísticos les desnuden.

Por el otro lado, el Barça de Guardiola, que una vez más, como siempre, volverá a poner la pelota en el suelo, y buscará que sus jugadores se asocien, siempre mirando a la portería de enfrente. Siempre generosos con el espectáculo, siempre valientes, siempre honrando su gran historia como club. Siempre con la cabeza alta, pase lo que pase, porque sus aficionados siempre podrán estar orgullosos de su propuesta.

No tengo ninguna duda. Los enamourados del teletexto como forma de analizar la realidad seguirán fieles al “ganar como sea” pase lo que pase en esta eliminatoria. Ni aprendieron, ni aprenden ni aprenderán, porque, no lo olvidemos nunca, uno casi siempre no llega hasta donde quiere, sino hasta donde puede.

El Barça de Guardiola es admirado en todo el mundo no ya sólo porque ha ganado y sigue ganando mucho, sino por cómo lo hace. Quedará en la historia como un extraordinario equipo, que dignificó al fútbol, que lo defendió con valentía y que lo mejoró. Que, con muchos jugadores de la cantera, dio bailes por todo el mundo siendo siempre protagonista.

Del Madrid de Mourinho, desde el mismo día que se vaya del club, no quedarán más que sus títulos. No quedará menos, sin duda, pero, no quedará nada más. Ni estilo propio de juego, ni canteranos asentados en el 1º equipo. Y esta diferencia entre uno y otro, el legado que dejan, marca la diferencia entre el fútbol de verdad y el fútbol de teletexto.
A todos lo que no creyeron en el buen fútbol como un vehículo hacia la felicidad lo suficientemente rico como para defenderlo siempre, pase a lo que pase, a todos ellos, que viven teletextizados en un mundo vacío, con perdón de las damas, ….que la mourinhen. Y pase lo que pase en esta eliminatoria, que la sigan mourinhando.

PD. “Mourinho ha ganado fuera del campo, le regalo su Champions particular. Nosotros hablaremos en el campo. A las 20:45 vamos a salir a tratar de ganar, jugando al fútbol”.
                                            Pep Guardiola, ayer martes, en la rueda de prensa

Autor: Jorge Cappa

jueves, 21 de abril de 2011

Oda al catenaccio.

En primer lugar felicitar a todos los “moudridistas (aficionados del Real Madrid de Mourinho) por el titulo de Copa del Rey conseguido ayer noche frente al Barcelona. Lo decíamos en la entrada del blog anterior, jugando al catenaccio también se puede ganar.


Pero, ¿quién inventó la palabra catenaccio? La autoría corresponde al periodista italiano Gianni Brera, que escribió un libro llamado “Storia critica del calcio italiano” Italia había sido campeona en las Copas de 1934 y 1938, pero la gente quedó débil y no estaba físicamente a las alturas de otros pueblos tras la Segunda Guerra Mundial. Para volver a reinar en el fútbol había que partir de la limitación: "No se puede competir de igual a igual. Uno es débil y tiene que defenderse, con astucia y realismo, explotando el error rival."

Pues bien, lo vivido en los dos partidos Madrid- Barcelona que llevamos hasta ahora es una oda al catenaccio. Mou se defiende apuntando a los defensores del buen juego: "Para algunos el gran fútbol es tener posesión de balón pero no es así. Un gran partido también es trabajo defensivo, contraataque, cobertura de espacios y jugar colectivamente. Hemos hecho un gran encuentro"


Y yo me pregunto: el Barcelona, equipo menos goleado y más goleador de Europa, además de ser el más ganador desde el 2009 y, la selección española - Campeona de Europa 2008 y Mundial 2010 donde encajó 2 goles – mismo número que la defensiva Italia campeona en el 2006, ¿no defienden, no contraatacan, no cubren espacios o no juegan colectivamente?

Mourinho nunca podría dirigir equipos con una idea y un concepto de juego definidos que trascienden al entrenador, como Ajax, Arsenal o su odiado Barcelona. Él necesita esa carencia de estilo natural en el club al que vaya para imponer el suyo. ¿Cuál es? No dejar jugar al rival sin desnaturalizarse como equipo.

Su punto de partida es el adversario, no la pelota. No son casuales las elecciones de entrenar al Porto, Chelsea, Inter o Real Madrid (8 entrenadores en 8 años con Florentino Pérez de presidente) ¿Es resultadista, entonces? Su ayudante Rui Faría define su ideario: "Primero la victoria con espectáculo, luego la victoria sin espectáculo, después empate con espectáculo, empate sin espectáculo y por último la derrota. En la derrota no hay espectáculo".

Se ve que contra el Barcelona siempre toca intentar ganar sin espectáculo desde el principio del partido como bien se intuye en sus alineaciones y planteamientos. No hay dudas, el segundo club más valorado del mundo con €515m piensa que solo puede hacerle frente al Barcelona, primero con €554m, como si de un ratón frente al un león se tratase – palabra de Di Stéfano.

El Real Madrid de Mourinho consiguió su primer titulo y el portugués ya tiene 18 en su haber como entrenador en 4 clubes. Los "moudridistas" ya sacan el pecho encogido desde hace 5 meses y los presidentes de los clubes se reafirmarán en contratar entrenadores que continúen manchando el fútbol en nombre de conseguir resultados. Los "pequeños de mente" que no aceptamos las prácticas y el carácter de Mourinho en un club tan grande como el Real Madrid, seguiremos defendiendo lo que pensamos, sabiendo que se puede vivir tambien en disidencia.

Lo resumió bien el entrenador del Arsenal: "Cuando un estúpido tiene éxito se vuelve más estúpido, nunca inteligente" Arsene Wenger, ganador de 15 títulos con 4 equipos y un tercio del coste de los equipos de Mou, pero catalogado como romántico del futbol.

Y que dijo Pep Guardiola, entrenador del Barcelona y ganador de 8 – casi 9 títulos en 2 años, ferviente seguidor del poder de poseer la pelota, lo que le imposibilita para muchos ser catalogado como resultadista, a pesar de tener un ratio ganador del 73% (partidos ganados/jugados) superior al de Morinho con 67%: "Antes de nada quiero felicitar al Real Madrid por el título de copa. Ellos han hecho una buena primera parte y nosotros una buena segunda. El partido podía caer por las dos partes y ha caído por la del Madrid. En este tipo de partidos, los detalles son los que marcan la diferencia. Siempre es mejor ganar que perder, pero nos tenemos que recuperar. La vida no siempre es ganar”

Fuente: Juan Pablo Varsky y Tranfermarkt.de

martes, 19 de abril de 2011

"Moudridistas" del universooooo!!!

Para analizar el partido del sábado pasado entre el Real Madrid y el Barcelona (empate a 1 goles al final) podríamos seguirle el juego a Mourinho con las expulsiones, cebarnos en la nueva labor que dio a Pepe como medio centro al más puro estilo Javier Clemente en el Mundial de 1998 frente a Nigeria (Ferrer - Nadal - Hierro- Sergi - Iván Campo- Alkorta), distraer la atención con el tema de la prensa, resaltar la figura de Ozil o remarcar las palabras de Valdano indicando que cada club jugó con las armas que tiene. Pero cualquiera de ellas seria prestarle demasiada atención a los detalles.

Prefiero quedarme con la “big picture” que indica que el mejor club del siglo XXI con un presupuesto actual de €400m, 4 campeones del mundo y 2 balones de oro en el campo, con el entrenador mejor pagado del mundo y siendo uno de los mejores que existen, jugando en casa con el aliento de 85.000 aficionados, solo es capaz de plantarle cara al eterno rival esperando agazapado en medio campo como si de un club modesto se tratara, a pesar de tener que recuperar 8 puntos de desventaja.

La complacencia de dirigentes y el buen sabor de boca con el que salieron los jugadores en los medios de comunicación tras el encuentro es para sonrojarse y bien demostrativo del nivel de exigencia actual del club

Seguro alguna vez sonará la flauta y ganará con ese planteamiento, pero de momento frente al Barcelona Mou lleva cosechadas 6 derrotas, 3 empates y 3 victorias contando sus enfrentamientos con el Chelsea, Inter y Real Madrid. Ya lo dice hasta Johan Cruyff, acusado siempre de alinear más defensas cada vez que se enfrentaba al Madrid: “Para jugar con 7 defensores es que has de tener mucho miedo. El Bernabéu no suele permitir planteamientos así de sus técnicos, al menos hasta hoy”

Pero si es lo que los aficionados “moudridistas” quieren, que así sea. Mientras os dejo con lo que Santiago “ El Indio” Solari escribió en su blog del diario El País hace unas semanas, donde podéis sin duda alargar la lista de entrenadores que menciona.

SOBRE IDEAS Y METODOS
Por encima de las discusiones conceptuales, lo que más me ha fascinado a lo largo de mi carrera ha sido la observación de los métodos que eligen los distintos entrenadores para intentar plasmar sus ideas. He tenido dos grandes clases de buenos entrenadores: los que creen en los sistemas y los que creen en los futbolistas.

Los primeros organizan una estructura verticalista: ordenan, unifican, automatizan. El objetivo principal es intentar reducir al mínimo la cantidad de errores. Sus procedimientos se desarrollan con gran intervencionismo táctico y se hace un enorme esfuerzo por tratar de prever y controlar todo lo que pueda suceder durante un partido. Marcelo Bielsa y Claudio Ranieri se integran en este grupo, aunque con vocaciones distintas. Bielsa dedicaba su energía a sistematizar el ataque. Ranieri se concentraba en la defensa.

Es difícil, en este tipo de esquema, salirse del libreto. A favor se puede decir que hay poco lugar para el desorden y los vicios individuales. En la sucesión de automatismos que dotan de carácter a estas fórmulas se detectan fácilmente los errores posicionales de los jugadores en las distintas fases de un partido. Estos equipos pecarán antes de anodinos que de anárquicos.

El método verticalista en sí puede producir un peligroso proceso: una suerte de banalización de la responsabilidad individual. No me refiero a la responsabilidad en el error puntual, sino a aquella más trascendental que es la que acarrea el compromiso con las propias convicciones. Al recortar la iniciativa personal, se corre el riesgo de promover el desistimiento en el emprendimiento individual.

Si se produce una renuncia a intentar leer y entender desde dentro las necesidades de los partidos, los futbolistas quedan condenados a un papel meramente ejecutivo. Cuando esto sucede y el jugador solo se limita a realizar obedientemente aquello que se le ordenó, encuentra un cómodo refugio detrás del mandato del superior y se desentiende de su responsabilidad más importante: pensar.

En estos modelos, el jugador corre un riesgo inesperado. A veces, la presión autoimpuesta por cumplir a rajatabla con las imposiciones es la que termina desnaturalizándolo.

Por el contrario, los entrenadores que tienen fe en el jugador y le otorgan un margen de libertad, transitan caminos más heterodoxos. Del Bosque y Ramón Díaz entran en esta categoría. Más que imponer un orden premeditado, lo que buscan es moldear paulatinamente un esquema que respete las características naturales de los jugadores. El entrenador que prefiere este tipo de maneras resulta ser, por lo general, una persona más negociadora. Intentan guiar y convencer.

Activan la autoestima tolerando espacios de libertad para que se desarrollen las iniciativas individuales. Es a través de estos espacios de no intervencionismo donde se promueve la creatividad. A los jugadores les resulta más fácil encontrar mecanismos de juego que no estaban previstos: asociaciones que crecen por la libre interacción del talento de los futbolistas y para las que no existe una fórmula estandarizada de estimulación.

Estos métodos dependen, en gran medida, de la capacidad y la inteligencia de los futbolistas con los que se cuenta para evitar caer en excesos que solo lleven a la dispersión o al caos.

En el ejercicio cotidiano de la profesión, cualquier persona que se precie a sí misma se siente más cómoda dentro de un esquema que le otorgue un margen para aportar decisiones propias.

Como juego colectivo que basa buena parte de sus posibilidades de éxito en la precisión y el engranaje del conjunto, en el fútbol es impensable despreciar la jerarquización de la autoridad, pero no podemos olvidar que la creatividad y la imaginación necesitan espacio para tomar vuelo.

La mágica labor de los grandes entrenadores es cuando, en ese brebaje, logran conjugar todos los pequeños ingredientes para que armonicen.

viernes, 15 de abril de 2011

Rocky 34.

Es innegable que Robert "Rocky" Balboa (April 6, 1947) forma parte de nuestras vidas. La primera película fue rodada en 1976 duarnte 28 días y con un presupuesto bastante modesto de $1,1 millones, pero se convirtió rápidamente en un enorme éxito.

Recaudó más de $115 millones solo en US, siendo nominada a 10 Premios OSCAR llevándose el galardón a Mejor película (Robert Chartoff and Irwin Winkler), Mejor Director (John G. Avildsen) y Mejor montaje (Richard Halsey and Scott Conrad), además de lanzar a Sylvester Stallone de manera inmediata al estrellato.

La saga se compone de 6 peliculas rodadas en 30 años (1976-2006), escritas siempre por Stallone y dirigidas tambien por él, menos la primera y la quinta. Se encuentran dentro del género DRAMA ya que el boxeo es una excusa para contar una historia de amor y superación del ser humano. Rocky IV (1985) protagonizada - como toda la saga- por Sylvester Stallone bajo un presupuesto de $34 millones, es la más taquillera entrega de la franquicia de Rocky con $300 millones y así mismo, la más propagandista en el marco de la Guerra Fría entre EE. UU y la Unión Soviética, por lo que recibió críticas más duras que las tres películas anteriores.

La revista inglesa Empire le otorga el puesto 34 al personaje de Rocky dentro de la clasificación de los 100 Greatest Movie Characters, un puesto por delante de Gladiator y viéndose superado por personajes tan sonados como Jason Bourne, Tony Montana, Harry Callaghan, Forrest Gump, Neo, Terminator, James Bond, Vito Corleone, Indiana Jones, Han Solo, The Joker, Hannibal Lecter, Darth Vader o Tyler Durden (Brad Pitt en Fight Club)

Pero si tuviéramos que rescatar dos momentos de la saga Rocky serian sin duda cuando en Rocky sube corriendo las escaleras del Museo de Arte de Filadelfia mientras suena "Gonna Fly Now" de Bill Conti y, la siguiente escena de Rocky VI...

lunes, 11 de abril de 2011

Entre arqueros anda el juego.

En una tarde apacible de primavera, charlando de fútbol con un amigo alrededor de una cerveza,  llegamos a una conclusión que me parece digna de compartir:

"Los equipos de fútbol se construyen de atrás hacia adelante, es decir, primero el arquero, después la defensa, pasamos por el medio campo y llegamos a la delantera. Por lo tanto, hay que invertir en un buen portero que otorgue seguridad al equipo"

Para intentar justificarlo, repasamos los campeones nacionales que hasta el momento recordábamos. Si somos nacidos a finales de los 70, nos ha dado tiempo a disfrutar de 8 Mundiales (1982-2010), 7 Eurocopas (1984-2008) y 10 Copas América (1983-2007), que representan los 3 torneos más importantes a nivel futbolístico. De 25 torneos ganados por 10 paises diferentes, sacamos el nombre de 20 porteros distintos, ya que los hay que repitieron victorias en 2 competiciones:

Casillas (ESP) Mundial 2010 y Eurocopa 2008, Dida (BRA) Mundial 2002 y C. América 1999, Barthez (FRA) Mundial 1998 y Eurocopa 2000, Taffarel (BRA) C. América 1997 y Mundial 1994, además de Goycoechea (ARG) C. América 1991 y 1993.


Para ganar un Mundial es necesario ganar 7 partidos. Se parte del cero a cero y muy en contra del espectáculo que se presupone, las selecciones tienden a asegurar el cero en su puerta cada vez más. El equipo campeón es casi siempre el que menos goles ha encajado y de los 6 que recibió Dino Zoff (ITA) en el Mundial 1982, ha descendido a tan solo 2 goles que soportaron Buffon (ITA) en 2006 y Casillas (ESP) en el último de Sudáfrica en 2010.

Los detalles suelen decidir este fútbol de poco riesgo, así que la figura de los porteros se crece con el pasar del tiempo. Ya no es cierto el rezo que define la labor del cancerbero como la de sacar las pelotas que van dentro y no meter en propia puerta las que se van fuera.

Hoy día sus acciones en momentos clave de los partidos pueden levantar a un equipo, se les exige jugar bien con las manos y con el pie, ordenar defensas, centrocampistas y delanteros en cada jugada a balón parado y responder de igual manera a pesar que cada vez el balón oficial de las competiciones se parece más a uno inflable playero.

Sus beneficios también son especiales: figuran en primer lugar a la hora de recitar la alineación de un equipo, permanecen más tiempo en la memoria de los futboleros ya que tienen menos competencia y su carrera es más extendible que la de un jugador de campo, son siempre víctimas en las tandas de penalty pero, el beneficio que más me llama la atención es que son los únicos que pueden acordarse de la familia de sus 10 compañeros durante el partido sin miedo a reprimendas.


Haciendo memoria del resto de porteros campeones, me acuerdo de la doble rotura de tibia del argentino Nery Pumpido en 1990, del fútbol alegre danés de la mano de Peter Schmeichel en 1992, del colorido cambio que supuso Dida por Taffarel en Brasil en 1999, del equipazo que tenia Colombia en 2001 empezando por su portero René Higuita, de la inesperada victoria de Grecia con Antonios Nikopolidis peinando sus canas en 2004 y de un joven Julio César en 2004 jugando para Brasil en la Copa América.


De la Holanda de 1988 me acuerdo de Van Basten y no de su portero Van Breukelen. De los alemanes Illgner en 1990 y Kopke en 1996 imagino cumplieron con su trabajo, al igual que hizo Helton para Brasil en 2007. Los uruguayos Rodríguez 1983, Pereyra 1987 y Alvez 1995 vencedores de la Copa América junto al francés Bats en la Eurocopa 1984 completan el abanico de 20 porteros.

La final de esa Eurocopa de 1984 en la que Francia se impuso por 2-0 a España, sirve para rendir homenaje a otros grandes porteros que no tuvieron la suerte de ganar alguna competición con sus países. Michel Platini batió en esa final a otro histórico portero llamado Luis Arconada (ESP). Cuando Iker Casillas (ESP), cuyo ídolo era Arconada, se prestaba a recibir la Eurocopa 2008 de manos de Michel Platini como presidente de la UEFA, el francés tuvo la delicadeza de recordarle ese dato. La reacción de Iker fue subirse lo más alto posible para que todo el mundo viera que un portero español levantaba al fin la copa. Aún más, la camiseta que lució para el Mundial de Sudáfrica en 2010 era un claro homenaje a la que llevaba siempre Arconada.

Otros grandes porteros que recuerdo conformaron buenos equipos son el paraguayo Chilavert – que marcó 62 goles, el Standard de Lieja del belga Michel Preu’homme, los Bayern de Munich de Jean-Marie Pfaff –ahora estrella de la TV en Bélgica y el alemán Oliver Kahn – único portero que ha recibido el Balón de Oro 2002, al incombustible Van der Saar del Manchester United, el imabatible Lehman del Arsenal y como no, el camerunés Thomas N’Kono que defendió a su país en los mundiales de 1982, 1990 y 1994.

Ahora que existe la posibilidad que España juegue la Copa América 2011 como invitado para sustituir a Japón (todos imaginamos sus razones) y basándonos en esta teoría, Casillas (ESP), Julio César (BRA), Bravo (CHI) o Muslera (URU) pesan lago más que el argentino Romero y el resto de arqueros. Si miramos a la Eurocopa 2012 o al Mundial de Brasil de 2014, además de los anteriormente mencionados, podríamos meter en la ecuación de posibles porteros campeones al alemán Neuer (25 años), al francés Lloris (24), al italiano Viviano (25) y al holandés Vorm (27), puesto que ya todos ellos son titulares en sus selecciones nacionales.

 Igualmente, esperemos venza el equipo que mejor espectáculo ofrezca en fase ofensiva en cualquiera de las competiciones porque como bien dijo Johan Cruyff: "Es todo muy sencillo, en el fútbol se gana si marcas un gol más que tu oponente"

lunes, 4 de abril de 2011

De Zapatero, a José Luis Rodríguez.

El sábado 2 de abril 2011, José Luis Rodríguez Zapatero anunció que no se presentará como candidato socialista en las próximas elecciones generales del 2012. He aquí un artículo publicado por Jorge Cappa en http://www.rebelion.org/ el 30 de marzo que resume excepcionalmente su gestión al frente del Gobierno y el sentir de muchos españoles. 


Cuando el año que viene el PSOE pierda las elecciones en España, al salir del Gobierno no será el alto índice de paro la única coincidencia que tendrá con respecto al PSOE que abandonó el poder en 1996.

No tendrá un GAL a sus espaldas, ni sonados escándalos de corrupción (en este caso estos se encuentran actualmente, con una mayor evidencia y variedad, en el PP), pero sí dejará tras de sí una profunda sensación de decepción en la sociedad, y una arraigada sensación de traición entre los verdaderos ciudadanos de izquierdas, tal y como ocurrió con el Gobierno de Felipe González.  Aquel fue un PSOE que, en 1982, triunfó electoralmente avalado por su reivindicación del cambio social que reclamaba la sociedad, a modo de puños cerrados cantando el himno de La Internacional, y con proclamas contra organismos como la OTAN.  En lo que derivó con los años aquel prometedor inicio de aquel gobierno produce vergüenza ajena al recordarlo.

El PSOE que, en marzo de 2004, triunfó electoralmente de una forma tan claramente inesperada como contundente, lo hizo debido a la profunda indignación que causó la gestión del PP liderado por Aznar, miserable hasta el asco, para tratar de ocultar la verdadera autoría de los atentados ocurridos en Madrid tres días antes de las elecciones. El terrorismo islamista se vengó con 192 vidas por las numerosas decenas de miles que causó la invasión de Irak, atropello legal y ético en el que el PP español participó activamente.
Fue en esos días cuando la gente, en España, encontró una tabla de salvación como salida ante tantas arcadas vitales. Y esa especie de mesías no fue un político con nombre compuesto y dos apellidos. Fue, para muchos, algo más. Zapatero era un concepto.

Parecía una luz entre tanta zafiedad, un desahogo con el que condenar al PP y echarle del poder. Y José Luis Rodríguez Zapatero se convirtió en el nuevo Presidente del Gobierno, y el concepto que su segundo apellido englobó, como emblema de cambio, encontró su respaldo enseguida, cuando cumplió con su promesa electoral de retirar las tropas españolas de Irak.

Poco más tarde, esa sensación se siguió desarrollando cuando fue aplicando medidas progresistas, como la legalización del matrimonio homosexual, la puesta en marcha de ayudas por maternidad, la mejora de las prestaciones por desempleo o la propuesta de una Ley de Memoria Histórica, entre otras. Todas medidas saludables, pero que a la vez indicaban lo que sería una constante de este Gobierno: nunca se pondrían en marcha medidas que afectaran la base del sistema capitalista, que tocaran los cimientos económicos del poder, que buscaran cambiar el modelo de sociedad. Ni lo hizo entonces ni por supuesto lo hizo después.

Tras el escándalo que supuso el final del Gobierno de Aznar, sin duda la gente necesitaba creer en algo, y ese algo fue Zapatero. Su llegada al poder significaba una promesa de algo al fin diferente, que la gente esperaba que fuera mejor.  “El poder no me cambiará”, dijo un Zapatero en plenitud ante la multitud la noche que ganó las elecciones. Siete años después, aquel potente eslogan del zapaterismo resulta no menos que ridículo. No menos que traidor. En realidad, fue con Felipe González cuando el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) perdió dos letras mayúsculas de sus siglas, y se convirtió en la práctica en el PE.


Antes incluso de llegar al Gobierno, el partido liderado por González ya había renunciado formalmente al socialismo como aspiración política, como forma de organización social, y fue en su etapa de 1982 a 1996 cuando evidenció que si representaba a alguien no era precisamente a la clase obrera. Y José Luis Rodríguez Zapatero, que siempre ha manifestado su admiración hacia Felipe González, mostrándose orgulloso de su etapa gobernante, llegó a la presidencia (y siguió en ella) valiéndose de esas dos letras mayúsculas, `S´ y `O´, que tanto rédito electoral le dieron entre los votantes de izquierdas como olvidadas han sido en el balance que ha supuesto su etapa al frente del Gobierno. Son muchos y variados los asuntos en los que Zapatero fue quedándose atrás como concepto de cambio en estos años, en los que el PSOE ha evidenciado que sigue siendo lo que inició en la década de los 80, un PE representante de una derecha más simpática, más amable, con la mente más abierta que el PP, pero un partido de derechas a fin de cuentas.


Un repaso rápido, tomando como muestra algunos de los muchos ejemplos existentes, puede ayudar a hacernos reflexionar acerca de si esto ha sido así: Poco después de retirar a las tropas de Irak, Zapatero las envió a Afganistán. Con fin humanitario dijo. Incluso aceptando lo inverosímil de que su operación fuese en ese sentido, esta se enmarcó dentro de una operación mayor, muy semejante a la que fue la de la invasión de Irak: consolidar el control occidental sobre los recursos naturales de un país, e incidir en que un nuevo Gobierno actuase (en este caso en Afganistán) en función de premisas que beneficiasen a Occidente.

Tras convertirse en activo cómplice del imperialismo, fue sonada la decepción que supuso la aprobación de una Ley de Memoria Histórica, lo suficientemente tibia, lo políticamente correcta, como para que causase la indignación de diferentes asociaciones de víctimas de la represión del régimen franquista, que consideraron, como mucha otra gente, que sus legítimos reclamos seguían sin ser atendidos.

Fue el juez Garzón quien quiso ocuparse de esta cuestión, ante la inacción del Gobierno, y, queriendo investigar los crímenes del franquismo, fue abandonado a su suerte por el Gobierno de Zapatero, que hasta entonces siempre le había respaldado. Garzón, denunciado por la Falange Española, fue vilipendiado y obligado a abandonar su cargo como magistrado en la Audiencia Nacional, y ante la paradoja de que fuera encausado él pero no siendo posible abrir una investigación sobre los crímenes del franquismo, el Gobierno calló y agachó la cabeza, en una indigna muestra de que en esta cuestión no ha querido poner los mínimos medios para lograr reparar la memoria de las víctimas de la represión de la dictadura.


Otro ejemplo de lo que ha sido este Gobierno lo podemos encontrar en el Caso Couso. Con la misma contundencia con que el PSOE condenaba la invasión de Irak y la actitud del gobierno de Aznar a este respecto, miró para otro lado cuando la familia de José Couso le pidió que les ayudase poniendo los medios para seguir buscando justicia, una vez demostrado que lo que se produjo aquel día en el Hotel Palestina fue una asesinato por parte de soldados de EE UU. Su actitud en este caso ha sido y sigue siendo sonrojante, queriendo tapar el caso para no incomodar al Gobierno estadounidense.

¿Y qué se puede decir de la constante negativa del PSOE, junto con el PP, para reformar la Ley D´Hont, que beneficia con su injusto reparto de votos a estos dos partidos mayoritarios? ¿Es de izquierdas no apoyar que se produzca un mayor pluralismo político, acorde a lo que vota la ciudadanía en las urnas? Junto a todos estos asuntos, son dos los temas principales que en esta última etapa del Gobierno de Zapatero reflejan la profunda deriva en la que ha ido deambulando.

 El 1º es la reforma laboral aprobada al dictado de la Unión Europea, que entre otras cosas facilita el despido de un trabajador por parte de las empresas. Una medida claramente neoliberal, tan ajena a lo que se esperaría de un gobierno socialista que aún indigna que no fuese sometida a referéndum popular. ¿En qué consiste la democracia si no es eso de “por y para el pueblo”? Junto a esa medida que reducía los derechos laborales, además fueron aprobadas otras como el recorte del sueldo a los funcionarios, o la retirada de las prestaciones a los parados de larga duración.

El 2º asunto que refleja hasta qué punto el cinismo y servilismo hacia el verdadero poder que ha tenido el PSOE en estos años, se refleja en el activo apoyo que el gobierno español está proporcionando en la ofensiva contra Gadafi llevada a cabo en Libia (siendo España la 4ª mayor fuerza en la operación). El mismo presidente de un gobierno que hace apenas 3 años vendía armas a Libia, por valor de 2.000 millones de euros (no viene mal recordar que entre 2007 y 2008 las exportaciones de armas de España a Libia aumentaron un nada desdeñable 7.700%, según datos del Ministerio e Industria y Comercio español), es capaz de anunciar, sin que se le caiga la cara de vergüenza, que hay que intervenir en Libia porque no se pueden consentir los “crímenes contra la humanidad” que allí se están produciendo.

- En 1º lugar, es indignante lo que utilizó Zapatero como excusa porque, si eso está produciendo, es con las armas que él mismo le ha vendido a Gadafi (Libia es el principal cliente armamentístico de España, asumiendo casi el 60% de las exportaciones españolas en este campo).

- En 2º lugar porque, de estarse produciendo, es lógico pensar que esos crímenes llevan décadas aconteciendo, como así reclaman los opositores al régimen. ¿Cuánto tiempo lleva Gadafi en el poder sin que sus acciones hayan provocado una intervención en Libia? Y más aún, ¿qué motivó que de gran enemigo pasase a ser considerado “amigo” hace apenas unos años?

- En 3º lugar, esa declaración de Zapatero refleja la indefendible arbitrariedad que la comunidad internacional tiene con respecto a la determinación tomada en relación a los crímenes contra la humanidad que se producen en el mundo. ¿Qué hizo, por ejemplo, cuando Israel atacó salvajemente el Líbano en 2006, o cada vez que ataca al pueblo palestino de forma indiscriminada? ¿Qué hace con respecto a la constante guerra civil que se produce en Sierra Leona desde hace años? ¿Qué determinación ha tomado con respecto al asesinato de manifestantes disidentes en Yemen hace unos días, por parte de pistoleros al servicio del gobierno? Y hay muchísimos ejemplos más en este sentido. ¿Qué motiva intervenir en unos sitios y en muchos otros no?; ¿quizá el hecho de si están en juego o no recursos naturales que desean controlar las potencias occidentales?

Y más concretamente hablando del gobierno de Zapatero, ¿qué le llevó a entender que lo que hizo el ejército marroquí en el campamento de Alhaurín contra los saharauis en noviembre del año pasado no fue un crímen contra la humanidad contra el que hay que actuar? ¿Es aceptable que la ministra de Asuntos Exteriores española, Trinidad Jiménez, mire para otro lado en el atropello sistemático que realiza el gobierno marroquí sobre el pueblo saharaui, declarando que Marruecos es “un aliado” con el que “nos unen relaciones de mútuo interés”?

Son muchos y variados, por tanto, los temas que podemos encontrar como reflejo de la traición que este PSOE ha llevado a cabo en relación a unos supuestos paradigmas ideológicos que quedaron ya muy lejanos en el tiempo. Muchas veces nos preguntamos si los políticos nos toman por idiotas. ¿Acaso no lo somos? El mismo PP que fue echado a patadas por una sociedad estupefacta ante el tamaño y la gravedad de sus mentiras en 2004, es el que volverá a gobernar el año que viene. Y el mismo PSOE que será echado en 2012 por una sociedad sufridora de sus variadas traiciones será el que gobierne de nuevo dentro de dos o tres legislaturas.

De esto debemos extraer una lección: en este asentado bipartidismo que nos consume, lo único que cambian con los años son las caras. Los programas de estos dos partidos políticos, en la práctica, son siempre los mismos. ¿Quién sale beneficiado de esta alternancia de Gobierno, que no de verdadero poder? Mientras PP y PE se reparten los sucesivos gobiernos, son siempre los mismos los que salen ganando, y los que les financiarán y apoyarán para que la idea de democracia siga latente de cara al exterior, mientras el pastel lo cocinan y se lo comen ellos en la trastienda.

¿Realmente no hay más opciones políticas, estamos condenados a elegir entre una derecha dura y una derecha amable?¿Hasta qué punto es la sociedad española culpable de este círculo en el que estamos metidos, siendo cómplice (con su reduccionismo bipartidista a la hora de votar en unas elecciones) de que cambie un poco todo para que el fondo no cambie nada?

El planteamiento final que nos podríamos hacer se puede resumir en estas preguntas: ¿es mejor la España que dejará este Gobierno que la que se encontró al llegar en 2004? Y aún más, ¿la realidad de lo que ha sido en la práctica el PSOE en estos años, en los diferentes ámbitos, es muy diferente de la que habría sido con el PP gobernando? De lo que no cabe ninguna duda es que, cuando el año que viene acabe su ciclo, este Gobierno reflejará el manifiesto paso de una ilusión a una profunda decepción. Mostrará que el PSOE se ha consolidado, entrado ya el siglo XXI, como un vulgar PE, donde su histórico izquierdismo no es más que un legado traicionado sin escrúpulos cada vez que es necesario para mantener su cuota de poder, y su cuota de servilismo frente a los lobbys que en verdad gobiernan el mundo.

El fin de esta etapa en la política española reflejará nítidamente que el que llegó a la presidencia fue Zapatero, siendo el que se irá de La Moncloa José Luis Rodríguez. Reflejará, en definitiva, la sombra de un hombre que llegó como un concepto, y que se marchará como un cualquiera. Y es que el poder, como era previsible, sí le cambió. ¿O venía ya cambiado de antes, y no nos dimos cuenta?
 
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