Según una leyenda, en el año 269 de nuestra era, el obispo Valentín fue hecho prisionero por orden del emperador romano Claudio quien prohibía la celebración de matrimonios para que los jóvenes soldados pudieran cumplir mejor sus obligaciones en el ejército sin tener compromisos familiares en la cabeza. El obispo se reveló contra el decreto y siguió casando en secreto a jóvenes parejas durante el siglo III hasta que fue encarcelado y más tarde decapitado un 14 de febrero.
De la historia al comercio, hay solo un paso…
La Unión Europea es el mayor consumidor de flores importadas con un 50%, seguida de EEUU con un 20% y Japón 10%. Dentro de Europa, Suiza es el principal país consumidor de flores per cápita con unas 500.000 unidades mensuales concentrándose un tercio de las ventas anuales el 14 de febrero, Día de San Valentín.
Le siguen el Día de la Madre, el dia Internacional de la mujer, domingo y lunes de Pascua, el día de todos los Santos y Navidad en importancia.
La primera edición de esta fiesta en Suiza fue en 1949 (hace solo 50 años!) y se debió a una iniciativa de los horticultores. Paradojas de la vida, para los horticultores suizos febrero constituye el peor periodo del año porque coincide con una floración nula. Un hecho que obliga a los floristas a importar 75% de los productos que comercializan para San Valentín.
Holanda (por su excelente sistema de distribución y conexiones aéreas y terrestres), Kenia (por sus bajos costes), Colombia (compite con España por la exportación de claveles y su mejor cliente es EEUU) y Ecuador (líder en Gypsophilia e Hypericum) son los principales proveedores de un mercado en el que el comercio justo aún tiene mucho camino por andar.
Según WRI, en pleno siglo XXI unos 15.000 trabajadores de Bulgaria, Polonia y Turquía, entre otras naciones, son empleados sin contrato, pagados a menos de 4.5€ la hora y carecen de seguro médico o protección contra el contacto con pesticidas (práctica que provoca trastornos respiratorios y aumenta el riesgo de abortos espontáneos en las mujeres -principales trabajadores de este sector junto a los niños por su delicadeza de manos). Por supuesto, la industria holandesa lo niega.
Así pues, al igual que podemos ayudar al bienestar del mundo comiendo frutas y verduras de estación, evitando la compra de agua embotellada, reciclando los residuos que generamos o llevando una bolsa que no sea de plástico cada vez que acudimos al supermercado, podemos reducir las flores que consumimos en Europa empezando por no comprar flores en la fiesta de San Valentín?
Si consideramos que 8 de cada 10 veces que compramos flores es
para regalar en una ocasión especial o festividad…
si son productos de lujo que no satisfacen una necesidad primaria
y solo cubren una necesidad estética…
si aceptamos que San Valentín y otras muchas festividades
son de puro carácter comercial...
pero sobre todo...
si se permite al país líder mundial exportador de flores comercializarlas
sin respetar los derechos humanos...
por qué no empezar a regalar algo distinto?
1 comentarios:
Amigo Sergei...regalar flores es demasiado clásico, y además contribuimos con las injusticias del mercado laboral...a mí me gusta ser más original: le regalé unos pendientes a mi mujer;)
Saludos!!
Publicar un comentario
Agradezco todo tipo de comentarios, opiniones y preguntas. Muchas gracias por vuestro tiempo!